Me contaron una vez una historia acerca de los 5 porqués que, aunque no sé si es cierta al 100%, me impactó profundamente. Ésta era así:
Los técnicos de los jarnines de las inmediaciones del capitolio en Wasinton de dieron cuenta de las estatuas se estaban deteriorando de una manera acelerada. Llamaron pues a un especialista, quien, en el curso de una reunión de trabajo, les preguntó lo siguiente:
- ¿Por qué están deteriradas las estatuas? Ellos le respondieron; porque las tenemos que lavar más frecuentemente
- Y…, ¿Por qué las tenéis que lavarlas más frecuentemente? Ellos le respondieron, porque tienen muchos más excrementos
- Y…, ¿por qué tienen muchos más excrementos? Ellos le respondieron, porque ultimamente hay muchos más murciélagos durante la noche
- Y…, ¿Por qué, últimamente hay muchos más murciélagos durante la noche? Ellos le constestaron, porque ha aumentado considerablemente el número de insectos voladores durante la noche
- Y…, ¿Por qué ha aumentado considerablemente el número de insectos voladores durante la noche? Ellos le respondieron, porque han cambiado las bombillas de las farolas, que son de bajo consumo, y la nueva luz tiene un color que atrae mucho a los insectos
Al final de la entrevista, se determinó que «la causa del deterioro acelerado que estaban sufriendo las estátuas y monumentos de los jardines, se debía al cambio de bombillas de las farolas».
Esta historia es totalmente extrapolable a nuestro escenario ordinario en nuestras fábricas que, en muchas ocasiones, la raíz de los problemas está muy lejos del proceso en sí, y se puede llegar a ella por medio del método de los 5 porqués.