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Las siete rutinas que te llevarán a la excelencia profesional

Profesionales excelentes

Dentro de mi obsesión de mejorar permanentemente, a lo largo de mi carrera profesional me he preguntado…

Cómo sería un profesional excelente; Cómo se comportaría, cómo trabajaría, qué decisiones tomaría…

Dentro de ese proceso de búsqueda, intento identificar rasgos de excelencia en las personas que me rodean, para tratar de desarrollar un patrón que, convertido en rutinas concretas, me hagan mejorar profesionalmente.

La idea es:

Diseñar un método que, con la repetición consciente de comportamientos, me permitan desarrollar competencias, tales como:

  • Ser más eficaz y eficiente en mi actual puesto de trabajo
  • Progresar en mi carrera profesional
  • Si estoy desempleado, ser la persona elegida en un proceso de selección

Después de unos cuantos años y unas cuantas lecturas os paso, según mi opinión la receta de competencias que componen este patrón.

  1. Trabajar en modo PIP (Pasión, Intensidad, Perfección)

  2. Ser totalmente confiable, cumplir nuestros compromisos

  3. Querer aprender de forma permanente

  4. Tener actitud positiva, interpretar las cosas que no salen bien como oportunidades para mejorar

  5. Plantearse metas y aceptar desafíos, asumir riesgos

  6. No quejarse, ser asertivo en lo que no nos gusta

  7. Hacerse visible en nuestro entorno profesional, crear y desarrollar una marca propia

En un futuros post iré desarrollando cada uno de estos puntos para montar el patrón de excelencia profesional, ese que tanto tiempo llevo buscando, y poder compartirlo con vosotros.

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Tus ocho horas, no es suficiente…

ocho_horas

En el contexto del lean Manufacturing es muy conocida la disciplina del análisis de de la cadena de valor.

En definitiva, consiste en evaluar, para cada actividad del proceso, si aquello que hacemos aporta valor al producto o servicio final.

Básicamente, entendemos por valor, aquello por lo que realmente nuestro cliente está dispuesto a pagar dinero

Valor y despilfarro son dos palabras opuestas. Por lo tanto,

Lo que no aporta valor se considera despilfarro y hay que eliminarlo o, si no es posible, reducirlo en el proceso

Es relativamente frecuente confundir valor con despilfarro. esta confusión suele ser fruto de nuestras ideas preconcebidas y de no estar muy atento a las claves que nos dan nuestros clientes.

En nuestro trabajo diario es posible poner el foco en actividades que el cliente no valora ni está dispuesto a pagar, es decir que,

Podemos estar generando, inconscientemente, despilfarro por no escuchar al client

En mi caso, suelo extrapolar este concepto a mi trabajo personal, es decir, al valor que percibe mi cliente (mi jefe directo) de las tareas que realizo.

Tengo que reconocer que, en ocasiones, se convierte en casi una obsesión. Me suelo preguntar; esto que estoy haciendo…

  • ¿Aporta valor a mi cliente..?

  • ¿Contribuyen a conseguir los objetivos de la Empresa?

Si la respuesta es negativa, lo dejo e intento hacer otra cosa…, si la respuesta es Afirmativa, entonces me pregunto:

  • ¿Cómo la puedo optimizar?

  • ¿Qué puedo hacer para realizarla en menos tiempo, hacerla más automática..?

En resumen, podemos caer fácilmente en la tentación de pensar que donando a la Empresa ocho horas de nuestro tiempo nos ganamos el derecho de percibir un salario, sin analizar si las tareas que realizamos aportan o no valor para conseguir las metas que la Organización se plantea.

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Comunicacion eficaz, en la Fábrica o en la Oficina

necesida de comunicacion

 

La necesidad de comunicarse en el ser humano es consustancial a su naturaleza. Somos seres sociales y necesitamos compartir emociones, necesidades, pensamientos, deseos, etc.

Dentro del ámbito de la empresa la comunicación fluida es un proceso necesario para todas las etapas de gestión. Es lo que vincula a la personas para que interactúen dentro de las diferentes etapas del negocio. Esta necesidad se ve incrementada sin duda ante el reto de la mejora  de los procesos por medio del Lean Manufacturing.

Para los facilitadores de este proceso Lean en la Organización (directivos, jefes, mandos intermedios) ser buenos comunicadores es de vital importancia, no sólo porque esta cualidad es uno de los fundamentos de su capacidad de liderazgo, sino porque en muchas ocasiones serán el eslabón de la cadena entre los operarios y la Alta Dirección de la Empresa, y deben trasmitir con precisión las indicaciones que ésta propone.

El problema es que ser buenos comunicadores no es tarea sencilla, entre otras cosas porque:

  • Por regla general no decimos todo lo que pensamos, sobre todo en el entorno laboral
  • En el proceso de comunicación no sólo está relacionado el habla y el oído, sino que intervienen todos los sentidos
  • Los expertos dicen que a la hora de hablar, los gestos pueden con las palabras; es decir, el lenguaje corporal influye más en el mensaje que el verbal

Es por ello que la comunicación se convierte en un proceso confuso y complejo que hay que saber gestionar a  varias bandas. Si el facilitador Lean quiere conseguir logros importantes tendrá que entrenarse y dominar estas tres disciplinas:

  1. Comunicación  verbal
  2. Comunicación no verbal o corporal
  3. Elección del canal adecuado para el mensaje a comunicar
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Los Jefes y los Líderes

liderazgo

Toda organización precisa de alguien la dirija. Este principio funciona tanto en los animales como en los seres humanos. El poder no es una opción sino un componente esencial en toda sociedad. No se puede estar en colectividad sin alguien que marque la dirección hacia dónde ir, y una empresa no es una excepción.

Tradicionalmente en las pequeñas y medianas empresas las figuras de los jefes ha sido un referente de poder que han tenido un marcado carácter autoritario entre los dirigentes y los dirigidos. Esto era debido -en parte-  a la diferencia económica, cultural, social, o también, de asignación de confianza por parte de los propietarios. Las decisiones de los jefes eran inapelables. En definitiva, todo el mundo dentro de la empresa acataba las órdenes de sus jefes debido al cargo y posición que ocupaban, independientemente de su competencia.

Hoy en día, el incremento de la información y la mejora de la formación en muchos estratos de la sociedad ha provocado a que cada vez sea más frecuente que los dirigidos cuestionen las decisiones de sus dirigentes y, a su vez demanden un estilo más participativo en la toma de decisiones.

Ya no vale aquello de “esto se hace porque lo digo yo”. Actualmente, en muchas ocasiones a la hora de dar una orden hay que argumentar, junto con el mandato, el porqué de esa decisión.

Esta circunstancia está provocando la necesidad de un cambio en el modelo de liderazgo. Estamos pasando de la “potestas a la autoritas”, es decir, del poder a la autoridad. Para poder ejercer el mando con fundamento no sólo hay que tener el poder, sino poseer la autoridad moral necesaria para que los dirigidos secunden nuestras indicaciones. En definitiva, los jefes además se ser jefes tienen que ser líderes.

En el contexto del Lean Manufacturing este hecho no es una excepción. para que un proyecto Lean tenga exito es necesario que lo piloten los jefes y que, además, ejerzan un fuerte liderazgo. Es decir para que un operario se secunde el proyecto y comience a aportar valor, primero es necesario que vea que su jefe o mando tengan verdadera fe en lo que hacen y lo demuestren con hechos y con el ejemplo, no sólo con palabras y órdenes.

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