Nunca he participado de una evento Kaizen. En el sector donde trabajo es casi impensable el estar fuera de tu puesto de trabajo un par de días junto con otros colegas de tu empresa, salvo cuando estás de vacaciones.
En algunas ocasiones, impartiendo cursos de Lean, sí que he topado con gente que han experimentado este tipo de acciones formativas. Cuando les pregunto sobre cómo se desarrolló, la mayoría de las veces me cuentan que fue alucinante el ambiente de trabajo en equipo, la atmósfera de colaboración e implicación, la complicidad, etc.
Sin enbargo, cuando continúo con el curso me doy cuenta que este evento Kaizen no consiguió su objetivo princial que es conseguir un cambio de mentalidad, convertir a los miembros que participaron en el curso al «Kaizenismo».
Ok, me explico; yo veo el Kaizen casi como una forma de ser, como una filosofía que te lleva a pensar de una manera permanente buscando la mejora continua en todos los aspectos de mi vida, para mí es casi una religión.
Dándole vueltas a esta idea, pensé que si lo de la mejora continua es como una religión, para practicarla con fe y convencimiento necesitaría unos mándamientos que me sirvan de guía, para tener la certeza de que todas las cosas que hago están en sintonía con esa actitud de mejora continua.
Miré por Internet y encontré algunas cosas, pero no me convencieron demasiado, por lo que he realizado mi propia adaptación, estos son:
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Nunca creerás que ya no puedes mejorar más
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Descartarás toda propuesta de mejora que no aporte Valor
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Abandonarás las ideas preconcebidas
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Elegirás la solución simple, no la perfecta
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Verás los problemas como oportunidades de mejora
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Harás uso de tu talento y no de tu billetera
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No darás a tu jefe explicaciones, sino soluciones
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Antes de llegar a una conclusión, te preguntarás cinco veces seguidas el porqué de un problema
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Pensarás varias maneras posibles de hacer un cosa
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Buscarás ideas no pará ti solamente sino para mucha gente, incluidos tus proveedores
Os podéis descargar un póster de estos mandamientos pinchando la foto
Y yo añadiría:
Antes de decidir una solución a un problema, pensarás tres veces el para qué de la solución. Y si ese pará que no es aportar valor, descarta esa solución.
Gracias por tu comentario, Carlos